Las incursiones del capital en el campo de las instituciones.-

 

Más consideraciones sobre el mundo un poco aéreo de las instituciones.

El capital productivo, el que se invierte en la producción de mercancías, hace a veces la siguiente operación: separa del conjunto de su proceso de trabajo, un sector, por ejemplo la vigilancia nocturna. Y con este sector monta un proceso de trabajo independiente, diríamos una empresa distinta. Como antes de separarla conocía perfectamente los costes en personal y medios que el sector representaba en el conjunto así como la parte de ganancia que este sector la reportaba, el funcionamiento independiente no plantea ningún problema, hasta el punto de que puede venderla a otro capitalista en las mismas condiciones de costes y ganancias. Con lo que tendríamos una parte del capital (en este caso un capitalista independiente) funcionando fuera de la producción, o al menos, aparentemente fuera de la producción.

A este tipo de empresas se las suele llamar empresas de servicios. No producen, por sí mismas, mercancías, su producción no es material, pero si se mira bien, no son más que el complemento de otra empresa productiva que si no recibiera del exterior este trabajo aparentemente improductivo, tendría que incluirlo como una parte de su proceso, con el consiguiente aumento de medios y de plantilla.

Como son funcionalmente (por su función) parte del proceso de producción material, el problema de costes, salario y ganancias viene calcado de la empresa de la que realmente forma parte. Es decir, el capital y el trabajo se relacionan de la misma forma.

Empresas como éstas las hay en muchos sectores; estudios técnicos, vigilancia, inspección, limpieza, contabilidad, gestión burocrática (de papeleos), etc.

Otro sector no productivo, de por sí, en el que el capital se introduce de forma progresiva es en los servicios personales. Uno puede afeitarse, o que le afeite un barbero, sin que la relación de capital intervenga para nada. Pero un capitalista puede agenciarse con los instrumentos de trabajo,  y contratar a cinco barberos, y prestar sus servicios a los clientes. Su trato, su relación con los trabajadores responderá a las mismas cifras que si el empleo de estos produjesen mercancías que él vendiese. Y es la misma relación, porque los ingresos por los servicios, descontando todos los costes, le deberán reportar la ganancia media de cualquier sector de la producción, en otro caso abandonará este sector y se irá a la producción material. Ejemplos de este tipo de trabajo son los salones de belleza, los gimnasios, etc.

La reproducción de los elementos personales de la producción, los trabajadores y los empresarios, tienen un aspecto físico que se concreta en las mercancías que se consumen en la conservación de la propia persona (comida, vivienda, vestido, etc.). Pero hay otros aspectos referidos no a mercancías, sino a servicios. Por ejemplo la enseñanza y la sanidad. Uno puede aprender por sí mismo. O contratar a un maestro (como al barbero), para que nos preste un servicio que le pagaremos. O acudir a una institución cuya finalidad sea la enseñanza. Y en ningún caso nos habremos encontrado con la relación propia del capital. Pero se puede adquirir o arrendar un local, comprar el mobiliario y demás medios necesarios, contratar a profesores y cobrar a los alumnos que acudan. Si establecemos, como es normal, la relación entre el coste de medios y personal y lo obtenido por las cuotas de los alumnos, similar a la ganancia media en el sector productivo, estamos así mismo ante una penetración del capital en un sector que no le era habitual. No repetiremos el mismo relato en el sector de la sanidad porque es exactamente paralelo.

En instituciones tan alejadas de la producción material y del capital como el ejército y la administración de justicia, permiten que las empresas capitalistas penetren en su interior y en él desempeñen sus actividades. Así, por ejemplo, las empresas de seguridad prestan determinados servicios de vigilancia de locales de las fuerzas armadas, le prestan un servicio de catering (de comida); en algunos países europeos hay empresas capitalistas que ofrecen sus servicios a la justicia para la vigilancia y manutención de presos, etc.

Estas incursiones del capital a zonas que en principio no se sitúan en lo que consideramos su “hogar”, la producción, nos recuerdan, que al fin y al cabo la relación de trabajo a la que llamamos capital se distingue por la apropiación de trabajo ajeno  a partir de la propiedad de los medios de trabajo. Y los sectores a los que hemos dado un repaso (enseñanza, sanidad, servicios personales) permiten este tipo de relación.

Pero hemos visto, además, que el capital (la forma de relación de trabajo que llamamos capital) penetra incluso en los alrededores de las propias instituciones. Hemos visto que empresas capitalistas pueden prestar su servicio al ejército, a la administración de justicia.

De otra parte, sectores enteros de la producción, que funcionaban como parte de las instituciones (transporte aéreo, producción y distribución de electricidad, astilleros, siderurgia) han pasado a funcionar como empresas capitalistas.

Al primer fenómeno se le ha llamado externalización de tareas, es decir, sacar al exterior una tarea particular (la contabilidad, por ejemplo). Y al segundo se le conoce como privatización (Telefónica, Iberia, etc.).

¿Nos ayuda todo lo que acabamos de contemplar, a entender mejor qué son las instituciones y cuál es su relación con el capital?

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